Querida Marca,
El otro día nos compramos una botella de un vino que no conocíamos. Era la uva que nos apetecía, el nombre era gracioso y la etiqueta muy chula, así que nos la llevamos a casa. Lamentablemente, una vez que la abrimos y nos la servimos nos dimos cuenta de que eso era todo lo que tenía. El vino en sí mismo… meeeh. Muy justito. Mucho.
Obviamente, no compraremos más. A toro pasado nos dimos cuenta de que esa primera botella nos la habían vendido el diseñador de la etiqueta y el naming de la marca, pero es que nosotros no buscábamos una pieza de decoración sino un vino rico. Por eso no repetiremos.
En estos tiempos de instagram, de apariencias, de «lucir bonito para la foto«, de gracietas, es importante la etiqueta, sí, pero no olvidemos que lo que nos hará vender la 2ª botella no es eso, sino lo que va dentro. Que los refranes clásicos siguen siendo perfectamente válidos, y aunque la mona se vista de seda… en el lineal que se queda! Que no puede ser que de una película, lo mejor sea el trailer. Porque además, lo contaremos.
Cuídate, querida.
Abrazo,
L.